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Cosecha · de donde nace nuestra colección

Lo que nos nutre nace de la tierra. Nos alimenta, nos enseña el cuidado y nos recuerda que somos parte de un ciclo mayor. Por eso mi colección de joyas Cosecha es un homenaje a la pachamama (definir la pachamama, madre tierra, contar alguna curiosidad) a la naturaleza que nos rodea y a los frutos que acompañan nuestras vidas desde siempre.

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La primera joya de esta colección nació durante la gestación de mi hijo. En plena pandemia vivíamos en Formentera, en la zona de La Mola, uno de los lugares mas alejados de la isla, sobre un acantilado teníamos nuestra casita taller, donde casi no había vecinos y la inmensidad del mar nos abrazaba. Podíamos salir a caminar, tomar aire, preparar cajones para nuestra propia huerta. Allí nos conectamos con la vida que crecía dentro y fuera de casa, entre la incertidubre de lo que se vivía a nivel mundial, el no saber, la distancia por primera vez sentida, de la familia y los afectos, Caetano crecía en mi panza y entre tanta incertidumbre aprendimos a disfrutar de una nueva manera de vivir. En la puerta de la casita había una higuera pequeña y viejita, que daba unas brevas deliciosas, de un color morado casi negro. Ese higo fue la primera semilla de esta colección de joyas inspiradas en frutas y verduras. El higo es un fruto cargado de misterio, sagrado en muchas culturas, símbolo de fertilidad y erotismo. Para mí fue también un refugio en días inciertos: la dulzura inesperada que ofrece un árbol que apenas sobrevive entre las piedras. Así nació el primer pendiente de higo, pintado a mano sobre metal, grande, llamativo, como una declaración de abundancia en tiempos de escasez. Fue la primera colección donde empece a experimentar con pigmentos y a desarrollar la técnica que hoy utilizo, una amiga me regalo unos colores increíbles que habia traído de la india, después de 5 años de utilizarlos aun me queda un poquito y continuo pintando mis higos con estos pigmentos. Es loco como uno puede desarrollar tanto cariño por un color, pero el dia que se termine siento que se cerrará un ciclo… los higos seguirán naciendo pero con otros tonos.

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Después vinieron más piezas, como si la colección creciera junto con mi hijo. Él devoraba las alcachofas con gusto, y yo traducía esas formas vegetales en metal texturado y colores intensos. Alcachofas transformados en pendientes llamativos y divertidos. Hoy en día, cuando hago mercados, son unos de los pendientes que mas llaman la atención, y generan risas y alegría entre los visitantes de mi puestito.


En nuestras caminatas por la isla tambien aparecían los viñedos cargados de uvas, los granados brillantes y los olivos antiguos que resisten al viento. Todo eso empezó a entrar en mi taller y a transformarse en joya. Las uvas, convertidas en collares y pendientes, son un canto a la celebración. Desde la mitología griega se asocian a Dionisio y al vino, al goce compartido, a la mesa llena. Una joya de uvas es un racimo de fiesta para llevar en el cuerpo, un amuleto para los amantes del vino y de los brindis que se repiten una y otra vez. La granada siempre me fascinó. Abrirla es descubrir un mundo de semillas, como pequeños rubíes escondidos. En la antigüedad fue símbolo de vida y fertilidad, y también del misterio de Perséfone en el inframundo. Como joya, la granada se convierte en un recordatorio de lo múltiple, de lo que late en secreto y se abre de golpe con fuerza. El olivo, por su parte, es raíz mediterránea. Árbol de paz, de longevidad y de sabiduría, cuyas ramas han acompañado coronas, rituales y pactos. Transformado en brazaletes y pendientes, se convierte en un gesto de calma y de arraigo.

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Entre mis recuerdos de infancia aparecen los limones y las mandarinas. Los limones, con su frescura ácida, siempre me parecieron rayos de sol convertidos en fruta. Las mandarinas me llevan a las tardes de invierno, al jugo en las manos, a las meriendas sencillas. Como joyas, ambas frutas brillan con colores vibrantes, piezas grandes que transmiten vitalidad y alegría cotidiana. (Pondría referencias latino americanas) Las peras, en cambio, me conectan con mi tía, que las preparaba al horno con vino tinto. Ese plato cálido es ahora un anillo o un pendiente que guarda la memoria de la cocina compartida, de la ternura familiar. En la tradición artística, la pera también ha sido símbolo de lo femenino, de la dulzura y la abundancia.


Nuestras sandías nacieron como una joya solidaria, para recaudar fondos para una causa que creemos justa y decidimos no quedarnos calladas, es nuestra manera de acompañar al pueblo palestino desde nuestro arte, y de esta manera juntar fondos para poder ayudar a las familias que resisten en su tierra.


No podía faltar el ajo, ese amuleto popular contra males y envidias, protector ancestral. En mi colección, el ajo se transforma en joya cargada de fuerza, un pequeño talismán hecho a mano que recuerda la sabiduría de lo cotidiano. Y bajo la tierra, como un secreto, aparece la remolacha, con su color intenso que tiñe manos y memorias. Representa lo subterráneo, lo que no se ve a simple vista. Una joya de remolacha es raíz y misterio, lo oculto que de pronto se revela con fuerza.

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En todas estas piezas hay un juego constante con el tamaño. Me gusta diseñar joyas grandes, llamativas, donde el metal se convierte en lienzo y recibe forma, textura y color. Pinto cada pieza con esmaltes, acrílicos o acuarelas, buscando que la intensidad del color dé vida a la joya, como si aún guardara el jugo de la fruta o la savia de la planta. La Colección Cosecha está en movimiento permanente. Siempre empiezo con pendientes, pero poco a poco van apareciendo collares, brazaletes y anillos que acompañan y completan cada universo. No son piezas de moda pasajera, sino parte de una joyería contemporánea artesanal que respeta los tiempos del hacer.


Cada joya está hecha a mano en mi taller, con dedicación y lentitud, bajo una filosofía de slow fashion. Son piezas únicas, que podemos personalizar para que cuenten también tu historia. Tal vez en tu casa la higuera daba frutos verdes en vez de morados, o tu vino favorito es el blanco en lugar del tinto. Escribinos y lo hacemos posible: cada joya puede llevar detalles que la hagan aún más especial. Nuestros tiempos de producción son lentos porque cada pieza requiere trabajo artesanal. Contamos con un stock limitado, pero la mayoría de las joyas se realizan a pedido y a medida.


Si tenés alguna prisa amorosa, podés avisarnos e intentaremos hacer lo posible para acompañarte en ese momento especial.



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La Colección Cosecha no es solo un conjunto de pendientes, collares y anillos. Es una invitación a llevar en el cuerpo la abundancia de la tierra, a recordar que detrás de cada fruta hay una historia cultural, un símbolo y una memoria. Es un homenaje a lo cotidiano que se vuelve extraordinario cuando lo transformamos en joya.

 
 
 

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